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Práctica ascética y catequística, consistente en leer libros piadosos que animan a la práctica del bien: vidas de santos, comentarios bíblicos, temas morales, etc.
En la tradición cristiana, la lectura espiritual se consideró desde los Padres y monjes antiguos una fuente de formación cristiana y base para llegar a una vida de oración suficiente. No era patrimonio de los religiosos y predicadores, sino de todos los cristianos que sabían leer que, por cierto, en los tiempos antiguos no eran muchos.
De hecho constituye un instrumento valioso, sobre todo cuando se trata con jóvenes y adultos cultos, que son capaces de reflexión y asimilación personal.
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